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969 • HABLA LA PLANTA

 

Miércoles, 1 de diciembre de 2004

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La posibilidad de que los vegetales, carentes de un sistema nervioso como el de los animales, se comuniquen entre sí ha desatado innumerables polémicas y enfrentamientos entre botánicos.

Sin embargo, en 1983, los biólogos norteamericanos lan Balwin y Jack Schultz otrecieron la primera prueba fehaciente de comunicación a distancia entre plantas. Balwin y Schultz descubrieron un increíble lenguaje químico entre los arces, árboles típicos de las regiones templadas. Ante la presencia de animales ramoneadores, que pacen los brotes tiernos de las ramas, los árboles dañados informaban a sus compañeros del inminente peligro. La respuesta de los arces sanos era instantánea; éstos empezaban a producir grandes cantidades de taninos, sustancias de sabor desagradable que almacenan en las hojas y que son venenosos para los herbívoros. Pero, ¿cómo se establece la comunicación?

El zoólogo Wouter van Hoven de la Universidad de Pretoria, en Sudáfrica, ha observado recientemente un fenómeno similar en otro tipo de árboles, las acacias. Hace algunos años, los responsables de parques nacionales y propietarios de ranchos con animales salvajes detectaron que centenares de kudús, una especie de antílope, fallecían en condiciones misteriosas durante la estación seca. Van Hoven ha descubierto que los responsables de las muertes son las acacias, que también almacenan taninos. Normalmente, la cantidad de esta sustancia acumulada en las hojas no daña a los animales. Sin embargo, cuando las condiciones ambientales se vuelven adversas, la producción de taninos aumenta espectacularmente, lo que convierte a la hoja en un veneno para el hígado de los kudús. Según van Hoven, cuando una acacia es ramoneada por un kudú, las hojas emiten vapores de etileno. Este alcohol parece ser la chispa que enciende la mecha y cuando los árboles sanos lo "huelen" en el ambiente, "saben que un herbívoro no anda muy lejos" e inmediatamente fabrican el tanino fatal.

Colaboración L. Prieto