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959 • LOS HONORARIOS

 

Miércoles, 17 de noviembre de 2004

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Hace unos 2.400 años aproximadamente, el  filósofo griego Protágoras fue uno de los precursores del movimiento sofista. Según algunos de sus contemporáneos fue el primero que sostuvo que sobre una misma cuestión existen dos discursos mutuamente opuestos.

Durante años enseñó sus conocimientos a los hijos de las familias pudientes griegas, por lo que cobró grandes sumas de dinero. Los cursos eran rápidos y eficaces, y entre las enseñanzas transmitidas gran parte la ocupaban tanto la retórica como la argumentación. Las escuelas sofistas eran, en aquél entonces, lo que hoy pueden ser las universidades privadas. Las enseñanzas de los sofistas eran muy valiosas para aquellos que quisieran hacer carrera política o judicial.

Entre otros, el maestro Protágoras tiene por discípulo a Evatlo, al que acoge en su academia con la condición de que le pagara los honorarios del curso cuando ganase su primer pleito. Pero terminado el curso, Evatlo no tuvo ningún cliente y Protágoras, que era sofista pero no estoico, demandó a su discípulo.

Se conoce esto como el pleito de los honorarios y los argumentos expuestos fueron los siguientes:

Dijo Evatlo: Tanto si gano como si pierdo, en ningún caso tendré obligación de pagar a Protágoras. Si yo gano el pleito no tendré que pagar ya que el Juez habrá desestimado la demanda. Si lo pierdo, entonces, no habré ganado mi primer pleito y por lo tanto no se habrá cumplido la condición que hacía exigible la obligación de pago de los honorarios.

Dijo Protágoras: Tanto si gano como si pierdo este pleito, Evatlo siempre tendrá obligación de pagarme. Si yo gano la demanda, por definición tendrá que pagarme pues ésta es la cuestión que se ventila en este pleito. Y si la pierdo, también tendrá que pagarme porque significará que ha ganado su primer pleito; es decir se habrá cumplido la condición de nuestro acuerdo.

¿Cómo se ha de resolver esta paradoja lógica?

ALBERTO R: SÁNCHEZ
Grupo Epsilones