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869 • NERUDA TOTAL 3

 

Jueves, 15 de julio de 2004

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Repetimos la pregunta: ¿qué hizo que Neruda escribiera esto, que escribiera así?

Una vieja astucia quiere explicar las conductas humanas -y no sólo del hombre tomado aisladamente sino hasta de los grupos humanos, las clases o los pueblos- por motivos estrictamente psicológicos. Es claro que la psicología puede responder muchas preguntas. Pero es más claro que sólo una miseria de elementos sociológicos reduce las explicaciones de las conductas humanas a 'motivos del alma', a 'impulsos reprimidos', a 'complejos' de la A a la Z, o a 'secretas pulsiones'. Esta trampa metodológica no es nueva, ni siquiera es original.

Sí, jugó y vivió Neruda. Y coleccionó mascarones de proa, anclas, objetos que en todas las tierras le regalaban o que se empecinaba en poseer para adornar sus casas. Una de ellas es la de Isla Negra. ¿Por qué colecciona Pablo Neruda caracoles, mariposas, mascarones de proa, libros? Simplemente porque ama la materialidad del mundo.

Porque venera lo que diariamente dice el gran libro de la naturaleza a quien quiera acercarse a él. Cuando debe salir del país con un pasaporte falsificado, pide que como profesión le pongan 'ornitólogo'.

Pero lo que sobre todo busca es la huella del hombre, la aventura sin fin del que deja su acento en cada piedra, del que cultivó la papa y la cebolla y dominó las alturas para instalar allí las construcciones de dura y pulida piedra que aún resisten al tiempo. Y el fino coleccionista, el delicado esteta, escribe un testamento en que dispone:

Dejo a los sindicatos
del cobre, del carbón y del salitre
mi casa junto al mar de Isla Negra.
Quiero que allí reposen los maltratados hijos
de mi patria, saqueada por hachas y traidores,
desbaratada en su sagrada sangre,
consumida en volcánicos harapos.

Es cierto que no bastan la rectitud moral y las mejores intenciones para hacer de una obra mediocre una alta cumbre artística. Pero no es menos cierto que este pueblo nuestro posee, junto a la rectitud moral y las mejores intenciones, el talento y la gracia, la inteligencia y el gesto, para alcanzar las más altas cimas del arte y la cultura. Véase, si no, la poesía literaria y musical de Violeta Parra, en opinión autorizada quizás la más alta expresión de nuestra música -culta o inculta, artística o aficionada; sabida o intuitiva.

Cuando los mejores creadores no han venido del pueblo, lo han buscado, lo han encontrado y, al asumir sus esperanzas y darles expresión en sus obras, se han elevado por encima de la condición vil del poetillo de salón o el retratista de las boletas de compra de los hambrientos de los prestigios del plástico.

¿Acaso no estaría hoy cantando Pablo Neruda como lo hizo toda su vida, pero con mayor energía en esta hora mediocre, chata y mercantilizada: '¿Qué haré sin conducir sobre mis hombros/ una parte de la esperanza?'

Todos los registros

Del caudal nerudiano pueden beber todos. En su amplio registro hallan cabida los dolores y los anhelos, los estupores y las certezas, las alegrías y los amores de todos los hombres. Su mirada abarcó todos los espacios, y con lúcida inteligencia dio cuenta de las injusticias y las desarmonías de un mundo que luchó por transformar con las armas de su poesía y de su acción cívica.

FERNANDO QUILODRÁN (Chile)
Colaboración Grano de Arena