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862 • RELIGIÓN DE ATEOS

 

Martes, 6 de julio de 2004

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  El zen es quizá la forma del budismo japonés que más se conoce, aunque sólo de una forma superficial. Los japoneses tienen un sentido de lo sagrado tan amplio que es inherente a su escala de valores. La tierra misma y la naturaleza son sagradas, y cualquier manifestación de la vida es su religión, lleve el nombre de sintoísmo o de budismo.

El sintoísmo es la religión primitiva del Japón antiguo, antes de que el budismo fuera introducido hace 15 siglos; ambas ramas del conocimiento se fusionaron y formaron una simbiosis que es el sustrato del Japón de siempre.

Sintoísmo es la fe en los dioses, es decir, los kamis o espíritus. Para el japonés, el espíritu está presente por igual en la gran diosa del Sol, Amateratsu (de la que se supone desciende la familia imperial) o en una piedra o un árbol. Los japoneses pueden ser budistas y sintoístas a la vez, cosa incomprensible para los occidentales. ¿Cómo puede ser uno católico y protestante al mismo tiempo? Pero es que el cristianismo siempre ha sido exclusivista. Nada que ver con el espíritu de adaptación de los nipones. Ellos viven la esencia de la religión de forma inconsciente y por eso es perfectamente posible que una persona niegue tener fe en los kamis y en las bondades de la disciplina zen y que, sin embargo, su código personal esté empapado de ambos impactos. Esta persona será sintoísta y budista aunque no reconozca profesar ninguna de las dos religiones.

El chanoyu puede ser todo un compendio de este sentido de lo sagrado. Se trata de un culto estético practicado por los japoneses de elevada cultura, y se le considera una disciplina mental y también una forma exquisita de aprender las normas de etiqueta, sobre las que se articula la jerárquica sociedad japonesa. Cuando un turista presencia una ceremonia chanoyu, está contemplando una religión: la del arte de vivir.

Colaboración Mary Sol Olba