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774 • BAGDAD EN MADRID

   

Martes, 23 de marzo de 2004

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Un año después de la invasión de Irak, iba a ponerme a escribir sobre Bagdad y me encuentro, de pronto, escribiendo sobre Madrid. Madrid- Bagdad, Bagdad en Madrid, Madrid como Bagdad.

Ambulancias más nuevas, hospitales mejor dotados, víctimas mejor vestidas, pero las mismas escenas: esa mano de sangre imparcial extendida sobre una ruina de miembros y esas miradas vacías coronando un cuerpo que se ha vuelto de pronto independiente, devuelto, de algún modo, a la especie. Ninguna epidemia, ni peste, ni gripe española, ni SIDA, ha tenido jamás el poder de la dinamita, esta fuerza que sincroniza la muerte de la multitud, mezcla sus rasgos y sus troncos y saca del mundo doscientos hombres de una sola paletada. Por encima de cierto grado de brutalidad todo se vuelve tan inmediata y homogéneamente físico, tan radicalmente metafísico, que lo único que podemos hacer, es seguir fascinados la serie infinita de los números: 197, 198, 199...

Las bombas estadounidenses en Bagdad no hacen ninguna diferencia entre sus víctimas; las bombas de Al Qaeda en Madrid no hacen ninguna diferencia entre las suyas; las bombas de Bagdad y las bombas de Madrid han borrado durante algunas horas toda diferencia entre la capital de Irak y la capital de España.

Todos vivimos en el mismo mundo, unidos no por el afecto, la solidaridad, la ley o la razón, sino por un dolor internacional y un miedo mundial que se multiplica, como la hidra, con cada uno de los golpes. No hay muro, ejército, escudo anti-balístico, frontera, policía, CIA que pueda defendernos; nuestra riqueza, nuestras armas, nuestra televisión no pueden impedir que Madrid se convierta durante unas horas en Bagdad; y cualquiera que prometa calles más seguras, fronteras más seguras, vidas más seguras, no sólo está mintiendo sino que amenaza aún más la seguridad general, al proponer medios que limitarán la libertad de todos y alimentarán la pasión imparable de los desesperados y los locos.

SANTIAGO ALBA RICO
de un artículo difundido por ATTAC