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771 • BILLAR ARTÍSTICO

   

Viernes, 19 de marzo de 2004

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El billar artístico es uno de los cinco deportes mas difíles si tenemos en cuenta los parámetros psicológicos y la perfecta colaboración entre cuerpo y mente que exige. El número de personas que dominan este deporte no pasa de cuarenta en todo el mundo. Y ninguno de ellos es capaz de ejecutar todas las disciplinas existentes.

- En teoría, es posible conseguir 500 puntos - dice Gerd Tiedtke, el mejor jugador de la República Federal de Alemania - pero eso sólo en teoría. El récord mundial está en 390. En el billar artístico las bolas son impulsadas con un palo (el taco) de aproximadamente un metro y medio de longitud. La energía del impacto puede ser de varios cientos de kilopondios. La mesa de juego tiene una extensión de 284,5 centímetros de largo por 142,25 de ancho, y está rodeada por un zócalo de goma de 37 milímetros de altura.

En las competiciones profesionales se utilizan tres bolas, fabricadas con marfil. Giran mejor y no se rompen tanto como las bolas de plástico. El marfil más estimado es el originario de Zanzíbar, y todas las bolas proceden del mismo colmillo, cuyo nervio debe atravesar exactamente el centro de la bola, para que al jugar no se produzcan efectos erróneos. Las bolas se almacenan a una temperatura de 24 grados centígrados, con una humedad del aire relativamente alta. Las mesas de juego están calentadas eléctricamente a treinta grados.

¿Exagerado? No tanto, si tenemos en cuenta los cálculos que el jugador debe realizar para predecir el recorrido de la bola. Un error de un milímetro puede ser fatal. Eso sin contar los diferentes efectos que pueden darse a las bolas con el taco, obligándolas a recorrer caminos extrañamente curvos. Esta complicación es lo que ha movido a varios jóvenes científicos, como los de la Universidad de Miami, a interesarse por la mecánica del billar, pues ya ha quedado claro que este deporte guarda una estrecha relación con la física: las bolas sufren impactos y chocan contra los bordes de la mesa del mismo modo en que lo hacen las moléculas de un gas en un recipiente bidimensional.

Entre los distintos efectos que se pueden lograr está hacer que la bola siga hacia adelante después de chocar con otra, u obligarla a volver hacia su punto de partida después del choque y, como el colmo de lo espectacular, el massé. Este se ejecuta golpeando la bola con el taco prácticamente vertical con respecto al eje de la misma. El componente horizontal de la dirección del golpe determina en este caso el impulso inicial del movimiento del centro de gravedad de la bola. Las revoluciones generan fuerzas de fricción que imprimen a la bola un recorrido curvo. Los jugadores se valen de este lance para eludir algún obstáculo.

Para aprender las jugadas básicas, es necesaria una práctica constante, que llega a las tres horas diarias en el caso de los profesionales. Y ni aun así se puede estar seguro de lograr la concentración precisa en el momento de golpear. La dificultad de este deporte radica en la calidad de cada jugada y no en la fuerza. Las dudas y distracciones no están permitidas.

MICHAEL KNEISSIER