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664 • MAYO DEL 68

 

Sábado, 15 de noviembre de 2003

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Daniel Cohn-Bendit y Bernard Henri Lévy - Construir un polideportivo es un método hitleriano que tiene como objeto arrastrar a la juventud hacia el deporte para apartarla de sus problemas reales, cuando lo que se debería hacer es asegurar el equilibrio sexual de los estudiantes.

Éstas fueron las palabras que Daniel Cohn Bendit, Dany el Rojo, de 23 años, dirigió al ministro de Juventud y Deportes, François Missoffe. El reproche que Cohn Bendit hizo al ministro fue una expresión del carácter contracultural y antiautoritario que tuvo inicialmente la protesta estudiantil. Porque después, cuando fue tomando más cuerpo y se sumaron a ella los trabajadores, adquirió un matiz más social y político. Fue también entonces cuando los partidos de la izquierda, que al principio habían descalificado a los estudiantes, se sumaron a la protesta. La protesta tenía una inspiración de tipo anarquista.

- El hecho de salir a la calle y protestar era una forma de expresar la necesidad de una sociedad distinta, el descubrimiento de que el viejo mundo no se sostenía por ninguna parte - dijo años más tarde Cohn Bendit sobre el espíritu de aquella revuelta.

Y en palabras del filósofo estadounidense Marcuse, el objeto de aquel movimiento contracultural, inspirado en el anarquismo, el trotskismo y el maoísmo, era terminar con la irracionalidad organizada, que era como él llamaba al sistema dominante.

El enfrentamiento verbal de Dany el Rojo con Missoffe tuvo lugar el 9 de enero de 1968 y se puede considerar como el primer altercado de lo que hoy conocemos como el mayo del ‘68 francés. Porque aunque en el mes de mayo se produjeron los incidentes más resonantes de la revuelta, ésta se fraguó mucho antes; de hecho, estuvo conducida por el llamado Movimiento del 22 de Marzo, que se creó en esa misma fecha para impulsar la protesta por la detención de unos estudiantes que habían participado dos días antes en el asalto a la sede parisiense de American Express.

Los principales líderes del movimiento eran alumnos de la Universidad de Nanterre, que fue cerrada el día 2 de mayo luego de haber sido ocupada por los estudiantes en protesta por la detención de sus compañeros. La mecha que encendió verdaderamente la revuelta fue la entrada de la policía en La Sorbona el día 3 de mayo, a donde habían ido los estudiantes de Nanterre para informar de la clausura de sus centros.

A partir del día 6, las manifestaciones se multiplicaron y se empezaron a extender a otras ciudades del país. El día 8, los partidos de izquierda cambiaron de orientación (el Partido Comunista francés había considerado que los revoltosos eran “grupos compuestos por hijos de grandes burgueses que sirven a los objetivos del poder gaullista" y dieron su apoyo a los estudiantes. El 10, la revuelta se extendió a los institutos de enseñanza secundaria y, en la llamada “noche de las barricadas”, se produjeron en el Barrio Latino los enfrentamientos más intensos entre la policía y los estudiantes, con un balance de mil heridos y 500 detenidos.

Los incidentes fueron tan graves y la represión policial tan dura que los estudiantes ganaron el apoyo de una parte de la población e hicieron que los trabajadores franceses, entre los que existía un fuerte descontento (en parte porque estaban entre los peor pagos del Mercado Común) se unieran a la protesta. Así, los sindicatos se sumaron a la huelga que se había convocado para el lunes 13. Ese día, más de un millón de personas se manifestaron por las calles de París.

El día 15 los obreros ocuparon la fábrica de Renault en Cléon y los estudiantes se encerraron en el Odeón. El movimiento huelguista siguió creciendo: eran ya diez millones de trabajadores los que secundaban el paro y 122 las fábricas ocupadas. Pero fue también entonces cuando el Gobierno comenzó a actuar con mayor determinación.

Días más tarde, se produjeron los primeros intentos de diálogo. El día 25, en la sede del Ministerio de Asuntos Sociales, los representantes del Gobierno y los sindicatos comenzaron las negociaciones para poner fin al conflicto. El 27 se firmaron los Acuerdos de Grenelle (llamados así porque Grenelle era el nombre de la calle donde se encontraba el ministerio) que aumentaban el 35 por ciento el salario mínimo y en torno del 12 por ciento el sueldo medio de los trabajadores franceses.

Por su parte, el fervor revolucionario de los estudiantes se fue extinguiendo poco a poco cuando De Gaulle instigó un verdadero movimiento contrarrevolucionario a partir del día 30, disolvió la Asamblea nacional y convocó una manifestación de apoyo en París, a la que asistieron un millón de personas.

OLMO DEL RÏO