Click para ir al número anterior

ANTERIOR

EL CUENTOMETRO DE MORT CINDER

SIGUIENTE

Click para ir al número siguiente

513 • OTRA AMÉRICA

 

Jueves, 22 de mayo de 2003

Al índice

Click para ir al índice

Uno de los errores que caracterizan a cierta izquierda latinoamericana es considerar a Estados Unidos como una unidad compacta. Lejos de tan falsa apreciación, la sociedad estadounidense contiene toda la riqueza de una sociedad civil multicultural e ideológicamente plural. Son justamente los intelectuales norteamericanos los críticos más acerados del nuevo rol imperial que unas minorías de extrema derecha quieren imponer desde sus puestos de Gobierno, atribuyéndolo a un designio divino.

Norman Mailer, autor de más de sesenta libros, es tal vez el intelectual más representativo de la conciencia moral de la democracia norteamericana. A sus ochenta años acaba de publicar un breve ensayo titulado ¿Por qué estamos en guerra?. Explica cómo, a la caída de la Unión Soviética, un grupo de conservadores patrioteros que hoy rodea al presidente George W. Bush, creyó que había llegado el momento de gobernar al mundo, iluminado por un llamado místico. En su discurso a la Nación (28 de enero de 2003) Bush anunció la "llamada de la historia y del Dios bondadoso del que emanan la vida y la historia" que exigía ahora a EE UU, "una nación fuerte y poderosa, capaz de sacrificarse por la libertad de extranjeros", a que "liberara al bravo y oprimido pueblo iraquí".

Un grupo de feroces críticos de la política exterior de Clinton (Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Perle, Crouch, Bolton) que en 1997 dieron nacimiento a la fundación Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, hoy ocupan el Departamento de Defensa y el Pentágono. Para Mailer, constituyen un auténtico peligro, que están sometiendo a la democracia a un proceso de acoso y derribo: "Estamos viviendo una situación de pre fascismo. Todavía no somos un país fascista, pero podría ocurrir pronto", afirma. No obstante, confía en salir adelante. "En Norteamérica hay fuerzas pro democráticas que reaparecen cuando no te esperas".

Otros críticos del nuevo rol imperial de los Estados Unidos, son conocidos profesores universitarios como Noam Chomsky, Edward Said, y Richard Falk o escritores famosos como Norman Birbaum y Susan Sontag. Para Said le guerra contra Irak "es la guerra más estúpida e insensata de los tiempos modernos, ejemplo de una arrogancia imperial que no sabe nada del mundo".

Afirma Said que son ideas racistas las que permiten "alucinantes afirmaciones sobre la capacidad de redibujar el mapa de Oriente Próximo, o poner en marcha un efecto dominó al llevar la democracia a Irak y la insistencia en suponer que el pueblo iraquí es una especia de tábula rasa sobre la que se puede inscribir las ideas de William Kristol, Robert Kagan y otros profundos pensadores de extrema derecha".

Caracterizados demócratas, como Arthur Schlesinger, asesor del ex presidente John Kennedy, o Joseph S. Nye, secretario adjunto de Defensa en el gobierno de Clinton, también se han pronunciado en contra del unilateralismo norteamericano. Nye acaba de publicar un ensayo titulado "La Paradoja del Poder Norteamericano" en el que opina que para triunfar los Estados Unidos no sólo deben conservar su "poder duro", militar y económico, sino extender su "poder blando", basado en la cultura y los valores. "Estados Unidos debe cumplir unas normas internacionales que limitan nuestra libertad a corto plazo, pero son útiles para nuestro interés al vincular también a terceros". Desde una visión pragmática, Nye defiende el multilateralismo como la clave de la longevidad de la supremacía estadounidense, porque, opina, reduce los incentivos para que nazcan coaliciones hostiles.

Es difícil imaginar un mundo en el que no se respeten las normas de derecho internacional, y predomine la arbitraria voluntad de una superpotencia actuando en función de sus más crudos intereses nacionales. Inevitablemente surgirán tensiones y conflictos, que arrastrarán al mundo a nuevas guerras. Como afirma Samir Nair, un diputado del Parlamento Europeo, "la mejor manera de apoyar a Estados Unidos en esta hora, es decir la verdad, renunciar a seguirlo en sus extravíos y ayudarlo a comprender la enorme complejidad del mundo". Un modo de facilitar que la propia sociedad norteamericana se libre de los belicosos guerreros iluminados que la dirigen.

Colaboración E. Vallejos