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505 • MARTES 13

 

Martes, 13 de mayo de 2003

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Algunos historiadores como Gerónimo Zurita en los Anales de la corona de Aragón y el padre Juan de Mariana en la Historia General de España, lanzan la hipótesis de que la causa de considerar los Martes como día nefasto procede de la derrota de Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, en la batalla de Játiva (Valencia) en el siglo XIII.

Sin embargo, en otros países el día fatídico es el Viernes, por ocurrir en él la crucifixión de Jesús. La tradición española debe tener su origen en la época romana: los Martes no había comercio ni oficio sacerdotales. Poco podía hacerse, pues, durante uno de esos días dedicados al dios de la guerra, Marte.

Pero en contra de lo que dicen las supersticiones, el análisis meticuloso de los acontecimientos históricos no revela una incidencia mayor de catástrofes y calamidades en Martes (o Viernes) y en trece respecto a otros días del mes.

Si bien la asociación Martes y trece está más que forzada, el número 13 por separado ha gozado de una merecida y arraigada mala fama en culturas muy diversas. Julio Cejador en su Fraseología o Estilística Castellana (1924) alude al número 13 como tabú en muchas cosas: No coman trece juntos -escribe- no partir de viaje el 13 del mes, no vivir en el número 13 de la calle...". Muchos investigadores afirman que esta superstición viene de la Última Cena de Jesús (donde eran 13 convidados), en la que tanto Jesucristo como Judas Iscariote murieron antes de pasado el año.

Desde la antigüedad, este número ha sido considerado de mal augurio. Cuando Filipo II de Macedonia decidió añadir su estatua a las de los doce dioses mayores estaba formando su sentencia de muerte: poco después fallecía asesinado en el teatro. Trece son también los espíritus del mal enumerados por la Cábala hebrea. El libro del Apocalipsis, por otra parte, dedica su capítulo trece ni más ni menos que al Anticristo y a la Bestia. Y también el tarot, por citar un último ejemplo, encierra la muerte en el número trece.

Sabido es que muchos artistas tenían en sus contratos una cláusula por la que no actuaban el día 13 de cada mes. El libro Los teatros de Madrid (1947), de Augusto Martínez Olmedilla, cuenta que en el Teatro Rey Alfonso, sito en la calle Cedaceros, se suprimió de sus butacas la fila 13 y el número 13, sustituyéndolo por el número 12 bis, para satisfacción de los supersticiosos. Y en la corte inglesa, y a instancias del duque de Cambridge, hubo épocas en que nunca debían de ser 13 las personas reunidas alrededor de una mesa o presentes en una sala. Augusto Conte, en su Recuerdos de un diplomático, al hablar del Madrid de los años 1841 a 1844, refiere que el embajador de Dinamarca en nuestra corte, llamado Dalborgo di Prinio, "tuvo la ocurrencia de mandar hacer una muñeca de grandor casi natural y la sentaba a su mesa cuando alguna circunstancia imprevista reducía el número de sus convidados a trece".

Colaboración JESÚS CALLEJO