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199 • CARTA A MI PATRIA

 

Viernes, 19 de abril de 2002

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Plaza de Mayo en llamas Quizás necesite contarte que lo que me pasa no tiene nada que ver con mi carrera profesional que, en definitiva, no son más que cuarenta años de trabajo que puedo exhibir como tantos otros millones de argentinos. Te recorrí, escasamente, y le pegué la vuelta al mundo más de tres veces, cantando poesía y música argentinas. Cada vez que salí de vos sentí que, de alguna manera, te representaba y para mí era, es y será un honor hacerlo. Siempre me fue doloroso viajar. Extraño mucho a la familia, a los amigos, a ciertos amados rincones de Buenos Aires, pero me iba pensando en la alegría del regreso, en el recurso del teléfono o la compu para decir, todos los días, te quiero... los extraño... ya falta menos... y la vuelta. La montaña de abrazos y besos, María, Fede, los sobrinos; leerme, de un tirón, todos los artículos que hubiere publicado mi hermano Alberto, los amigos, el asado, el Gordo Mesa matándome de risa por radio, las charlas enriquecedoras de horas y horas con Roberto de Banfield, el placer, imposible de olvidar, de escuchar a Rubén Juárez, ir a la cancha y dedicarme una hermosa disfonía gritando por el Ciclón, estar en casa con mis discos y mis libros. Volver era, como debe ser, una fiesta que compensaba la angustia de la ausencia. Volver era estar en vos. Como dice María Elena, vivir en vos. Pero esta vez, faltan apenas cincuenta días para partir y no tengo claro si siento orgullo por ir a cantarte o temor de no encontrarte al volver. Porque te robaron. Te vaciaron con nosotros adentro. Y en nosotros veo un gesto de azoramiento irreparable, una expresión incrédula, parecida, se me ocurre, a la que deben tener los que sufren un huracán. Una actitud de buscar entre los restos algo que sabemos que no está. Veo, también, en muchos, la inclaudicable actitud de decir basta. Pero me pregunto a mí, al hijo de un obrero de la construcción y una ama de casa. A mí, que tuve acceso a una educación y a una información que me hacían quererte, venerarte, honrarte.

¿Adónde estaba yo mientras te robaban Madre? ¿Preocupado por tal o cual gira?...
¿Qué hice cuando un funcionario del gobierno dijo "estamos de rodillas ante el mundo"?
¿Qué me pasó que no lo denuncié por traición a la Madre?
¿En que marasmo de vanidad estaba metido que no me di cuenta de que no es posible que te quitaran 46 mil kilómetros de redes ferroviarias y siguieras en pie?
¿Qué grado de culposa comodidad me cabe por votar y no controlar?

¿En qué CD nuevo estaba pensando cuando a mi lado, de la noche a la mañana, aparecían tipos con casas y 4x4 que, un ratito antes, no podían bancar una cena de cantina?
¿Qué hacía mi conciencia cada vez que veía una fábrica cerrada, con los vidrios rotos?
¿No pensaba que por ahí se iba tu sangre, Patria?
¿Cómo es posible, Madre querida, que no haya visto tu agonía?
¿Que hizo mi inteligencia cuando miles de millones de dólares, generados en vos, Madre, fugaban con absoluta impunidad?...

Nada. No hice nada. Soporté que entraran en vos los soberbios, los frívolos y los cobardes. Todos con un denominador común: CORRUPTOS. Y  los cómplices financieros indispensables de adentro y de afuera. Me da vergüenza, Madre, haber obtenido una dirigencia política que, en su inmensa mayoría, trabajó un único domingo de sus tristes vidas, para votar los plenos poderes para Felipe Cavallo, ese, entre tantos otros, y sus cómplices políticos y financieros hicieron con vos lo que hicieron, Madre. No por otra razón mueren, de hambre, recién nacidos, muchísimos frutos de tu vientre, Patria. No por otra razón millones de hombres y mujeres sufren la indignidad de no tener trabajo, salud, alimentos, cultura para ellos y para sus hijos, Madre. No por otra razón las mayorías del congreso y el senado no legislan a favor del conocimiento de la verdad, Patria.
Quiero que sepas que tus  humildes no te vendieron, Madre. Que tus trabajadores no te entregaron, Patria.
Me voy a trabajar. Diré la verdad en cualquier lugar del mundo que me pregunten por vos o por mí. Tal vez te sea más útil cantándote y contándote.
Aquí fue nada lo que hice. Te pido, humildemente, perdón Madre.


JOSE ANGEL TRELLES • 18/FEB/02
Colaboración C. Becka