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197 • VIDA EN EL UNIVERSO

 

Miércoles, 17 de abril de 2002

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Galaxia típica - Pintura de Jon Lomberg

Durante toda su historia el hombre occidental ha tendido y sigue tendiendo a considerarse el centro de hechos, procesos, situaciones, mundos. Demostrar que se es importante ya sea a nivel individual o como integrante de una colectividad, ha sido y es una de sus preocupaciones fundamentales.

Proyectada sobre terreno astronómico esta obsesión produjo, hace 2.500 años, un modelo de universo que colocaba a la Tierra en su centro, con todos los otros cuerpos celestes girando a su alrededor. Cuando los grandes astrónomos del Renacimiento, Copérnico, Galileo, Brahe, Kepler, establecieron el verdadero aspecto del sistema solar, se dijo que si bien la Tierra no era el centro del Universo, lo era entonces el Sol, nuestro Sol. Recién en los últimos cincuenta años el hombre ha descubierto, y aceptado, el hecho de que la Tierra es un minúsculo granito que gira alrededor de una estrella muy ordinaria, que junto con cien mil millones de otras estrellas forma parte de una galaxia semejante a millones de otras conocidas (y tal vez un número infinito de desconocidas) que en conjunto integran el Universo; ni el Sol ocupa un lugar privilegiado en la galaxia ni nuestra galaxia ocupa un lugar privilegiado en el Universo.

Además de querer ser centro, el hombre desearía también ser único, sentir que no tiene semejantes más allá de la Tierra. Paralelamente a su formulación antropocéntrica el hombre desarrolló la teoría de su unicidad como ser inteligente en el Universo. Todavía no podemos probar que eso no es cierto (desearía que, en el tiempo que transcurre entre la redacción de estas líneas y su publicación, pueda algún tripulante de un plato volador extraterrestre demostrar lo contrario) pero es el propósito de estas líneas dar argumentos para apoyar la idea de que la unicidad del hombre (uso aquí la palabra hombre como sinónimo de ser inteligente) en el Universo es una hipótesis prácticamente insostenible. Sobre la base de los conocimientos que tenemos acerca de la estructura del universo y los seres vivos y acerca de la estructura del universo y acerca de la evolución de la vida sobre la Tierra, intentamos calcular el número posible de sociedades inteligentes que pueden existir en este momento en el Universo en general, y en nuestra galaxia en particular.

¿Qué puede sentir el hombre, una vez que se demuestra que ni es centro ni es único? Estar o no ubicado en pleno centro del Universo... ser o no el único ser inteligente... son hechos que lo trascienden; nada disminuye al hombre que se descubra como otro de los muchos seres semejantes que pueblan uno de los posibles minúsculos granitos que giran alrededor de estrellas ordinarias. Por el contrario, me parece maravilloso que un ser tan pequeño, endeble y efímero como el hombre, incapaz, casi hasta hoy, de abandonar la superficie de su planeta, haya podido desentrañar la estructura del Universo, medir sus dimensiones y su edad, descifrar su historia pasada y hacer predicciones sobre su evolución futura, ubicarse dentro de ese conjunto abrumador, reconocer que puede haber otros seres como él y comenzar a pensar que puede establecer comunicación con ellos.


CARLOS VARSAVSKY
Vida en el Universo • 1971