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1255 • ¿SE NOS VIENE...?

 

Jueves, 5 de enero de 2006

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Fueron muchos los astrofísicos que se quedaron atónitos al leer la circular informativa en la que Brian G. Marsden anunciaba la posibilidad de impacto con el asteroide 1997 XF11. Era la primera vez en la historia que quedaba en entredicho, nuestro futuro a corto plazo como especie, con datos científicos. Se ha especulado mucho acerca de la colisión de asteroides y cometas con la Tierra, aunque muchas de estas especulaciones rocen más la clasificación de cuentos para no dormir.

Entre las mejor situadas en el ranking de popularidad es la de Nostradamus: "El fin del mundo caerá del cielo en el séptimo mes de 1999". Lo que no sabemos es si Nostradamus tuvo en cuenta el cambio del calendario juliano al gregoriano del siglo XVII.

Otras predicciones son más imaginativas, como las que describe José Antonio Campoy en su libro Entrevista a Geenom, un supuesto extraterrestre que parece conocer la trayectoria de un desconocido planeta del Sistema Solar, el H13, que destruiría la Tierra. La duda, que se tendrá que resolver en otra entrevista, es que según los datos aportados por el extraterrestre, dicho planeta es 3.200 veces más grande que el nuestro. Traducción: 3 veces más voluminoso que el Sol. Al parecer, las cuentas no cierran.

Los planetas o estrellas de la muerte encontraron su mayor auge hace varios años con Némesis, un supuesto cuerpo muy alejado del Sistema Solar, quizás una estrella compañera del Sol, que cada 30 millones de años pasaría por las cercanías de la nube de cometas que rodea al Sistema Solar. Gran número de estos cometas serían lanzados hacia los planetas interiores lo que explicaría la regularidad de las extinciones masivas. Sin embargo, ningún objeto celeste con tal período puede ser retenido en órbita por el Sol. Así que: adiós a Némesis.

Quien verdaderamente dio un susto de muerte a los terrícolas fue el cometa Halley en su paso de 1910. En aquella ocasión se acercó bastante y nuestro planeta se metió de lleno en su cola. Aunque esta cola no ofrece mayor peligro que las estrellas fugaces, algunos fabricantes hicieron un buen negocio vendiendo máscaras antipolución, ante la creencia de que los vapores del Halley contaminarían nuestra atmósfera.

Fueron ingenuos quienes intentaron convencer a la opinión pública de que uno de los trozos del corneta Shoemaker-Levy 9 iba a colisionar irremediablemente con la Tierra. Sin embargo, el ejemplo que nos dio en 1994 ese tren cometario que impactó contra Júpiter debería ser suficiente como para aplicarnos el refrán de cuando las barbas de tu vecino veas cortar...

Y es lo que Brian G. Marsden, seguramente, ha querido hacer. Estamos preparados para dar el salto a otros rincones de nuestra parcela celeste llamada Sistema Solar. No dejemos que un canto rodado sideral nos devuelva a la Edad de Piedra.

VÍCTOR R. RUIZ
Agrupación Astronómica Canarias