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1153 STANLEY

 

Martes, 16 de agosto de 2005

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Nació en julio de 1928 en el Bronx de Nueva York, de una familia clase media-alta. De joven mostró interés por la fotografía, el ajedrez, la música en general, el jazz en particular y hasta tocó la batería en la Taft Swing Band. Estos tres pasatiempos serían fundamentales.

Su afición a la fotografía le permitió, trabajar para la revista Look, donde hizo brillantes reportajes fotográficos a importantes estrellas del momento labrándose una gran reputación profesional. Su melomanía le permitió poder discutir aspectos relacionados con la banda sonora de sus películas, llegando en ocasiones a prescindir del compositor, como en 2001, que descartó a último momento el original compuesto por Alex North, y lo reemplazó por una selección de temas clásicos. Su afición al ajedrez quizás pulió el perfeccionismo y la futura frialdad profesional de director. El ajedrez, gracias al cual subsistió durante un inestable período de su vida, sería homenajeado en muchas de sus películas, como Atraco Perfecto o la misma 2001.

En su juventud frecuentaba al cine Loew's Paradise y el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Poco a poco nació la idea de abandonar su trabajo en Look y dedicarse a la realización de películas. Se refería a Max Ophüls y Serguéi Eisenstein como sus dos referencias cinematográficas más influyentes, el primero por su trabajo con la cámara, y el segundo por su técnica de montaje.

Su primer corto fue Day of the Fight de 1951, sobre un trabajo fotográfico hecho por él mismo para Look acerca de una pelea de boxeo. Le seguiría Flying Padre a través del cual sacó el título de piloto, aunque años más tarde se negara a volar alegando pánico a los aviones, que documenta la vida de un sacerdote que viaja en avioneta de pueblo en pueblo. El último de sus cortometrajes sería The Seafarers, su primer trabajo en color.

Tras esto se metería de lleno en la industria del cine. Su primer largometraje es Fear and Desire de 1953 del que casi no quedan copias debido a su empeño por destruir todo rastro de lo que consideró un "error de juventud". La película trata de un pelotón de soldados que lucha en una tierra sin nombre. Tras la realización se separó de su primera esposa, Toba Metz. Aunque de escaso éxito, la película le permitió financiar su siguiente trabajo, El beso del asesino en 1955, una película de suspenso sobre un boxeador que se enamora de la chica de un mafioso. El papel de la bailarina, lo interpreta quien sería su segunda esposa, Ruth Sobotka. La película contó con pocos medios, pero su maestría con la fotografía en blanco y negro, llamó la atención de James B. Harris productor de la NBC.

Se asoció con Harris en una productora y de su unión surgió Atraco Perfecto (The killing) en 1956, su primer obra maestra. Partiendo de una novela de Lionel White, y sobre un guión de Jim Thomson, relató la historia del atraco a un hipódromo. Allí, la utilización del tiempo cinematográfico supuso una innovación para la época que sería imitada mucho después por Quentin Tarantino en Reservoir Dogs . En esa película aparece mucho de su pensamiento: la lucha de un anti-héroe en su enfrentamiento con el mundo, y su derrota final.

Atraco Perfecto atrajo las miradas de algunos personajes de Hollywood. Entre ellos Kirk Douglas, que firmó un contrato para cinco películas. La primera de ellas sería Senderos de gloria (Paths of glory) de 1957, interpretada por el propio Douglas en el papel del Coronel Dax, encargado de defender a sus soldados, acusados de cobardía ante el enemigo, en el marco de las trincheras de la I Guerra Mundial (Ver Cuentómetro 820). Ésta sería su primera película polémica, aunque no la última. El mensaje antibelicista hizo que en Francia, a cuyo ejército pertenecían los protagonistas, estuviera prohibida durante décadas. En Senderos de gloria, muestra su vena más humanista y sentimental, con uno de los finales más emotivos jamás filmados. Sus siguientes películas se volverían más frías, aunque no menos humanistas. El humanismo fue siempre el motor sobre el que se movía su cine. En el rodaje de esa película conocería a Suzanne Christianne, su tercera y última mujer.

Luego trabajó junto a Marlon Brando en El rostro impenetrable, aunque tras varios meses fue despedido por desavenencias con el actor. En esta situación lo encontró de nuevo Douglas, que buscaba un director para sustituir a Anthonny Mann al frente de Espartaco (Spartacus) de 1960. Sabiendo que una película de tan alto presupuesto podía suponer un empujón a su carrera como director, aceptó, aunque apenas tuvo oportunidad de intervenir en el guión como había hecho antes y como haría después en todas sus películas. La película fue magnífica, y supuso el fin de las listas negras. Los rumores dicen que también fue su propio director de fotografía, aunque el que subió a recoger el Oscar por esta categoría fue Metty. La película ganó otros tres premios de la Academia, y fue un éxito comercial. Su carrera estaba definitivamente lanzada.

Con Harris lograron rescindir el contrato que los unía con Douglas por otras tres películas. Sus aspiraciones artísticas y comerciales lo llevaron a hacer Lolita en 1962. Convenció a Vladímir Nabokov no sólo para que aceptase vender los derechos de su novela, sino para que fuese él mismo quien adaptase el guión. La película fue un escándalo, con unas consecuencias que nadie alcanzó a imaginar. Todos los párrocos de las iglesias estadounidenses exhortaban a no ver la película, lo que por supuesto únicamente provocó que la cinta fuese un éxito sin precedentes. Narra la historia de Humbert Humbert, un soltero de mediana edad interpretado por James Mason que se enamora de Lolita, una niña de catorce años, interpretada por Sue Lyon, de dieciséis, y que para conseguirla está dispuesto a casarse con la madre de la niña. La película es otra obra maestra, que demuestra su increíble pulso narrativo.

Tras el éxito de Lolita, supo definitivamente que el prestigio que había logrado con Espartaco le permitía afrontar proyectos más arriesgados. Se separó de su socio y amigo Harris para producir su nueva película en solitario.

Así que, en medio de la guerra fría y de la crisis de los misiles cubanos, comenzó a rodar Dr. Strangelove en 1964. Aunque en un principio pretendía abordar de forma seria la guerra fría y de un posible conflicto atómico, a medida que se iba documentando encontraba aspectos cada vez más hilarantes y esperpénticos, de forma que decidió realizar una comedia de humor negro. Peter Sellers sería la gran estrella encargada de dar vida a tres personajes. El guión de Terry Southern, Peter George y él mismo, está lleno de gags deliciosos, y narra cómo un acceso de locura del General Ripper provoca que varios aviones estadounidenses ataquen suelo ruso con armas nucleares, provocando que se haga realidad la temida Destrucción Mutua Asegurada. La película fue un gran éxito, pero las críticas arreciaron sobre el director por la burla que hacía al sistema de defensa estadounidense. Se fue a vivir en Inglaterra, y nunca volvió a residir en Estados Unidos.

En 1968 alcanzaría la cumbre de su carrera con 2001: Odisea del Espacio. La película fue un arriesgado intento por dignificar el decaído género, de la ciencia ficción, que en aquellos momentos se limitaba a poco más que mutantes radiactivos y monstruos del espacio. El resultado final casi supuso la bancarrota del estudio, aunque finalmente recuperaría con creces el dinero que le confiaron. Con unos efectos especiales sin precedentes ejecutados por Douglas Trumbull, y una confianza ciega en sí mismo, realizó una de las películas más modernas y arriesgadas de la historia del cine, narrando la evolución de la raza humana.  Semejante proyecto podía haber derivado en una película absurda o pretenciosa, pero en sus manos alcanzó cotas épicas. La amplitud de temas que se tocan: la soledad, la muerte, la evolución, la inmortalidad, la inteligencia artificial, hacen que la película no envejezca. Sus efectos especiales siguen siendo geniales, y la recreación del viaje espacial sigue siendo la más realista de la historia del cine. El guión fue co-escrito con Arthur C. Clarke, uno de los maestros de la ciencia ficción literaria. Es quizás la mejor película de toda la historia del cine y con ella ganó su único Oscar personal: por el diseño de efectos especiales... lo que dice bastante de todos esos premios.

Llegaron los años setenta y, visionario, entrevió lo que le deparaba al cine del momento: realismo y violencia. Así que, sin apearse del todo de la ciencia ficción, adaptó la novela La Naranja Mecánica de Anthony Burgess en 1971, película de culto. La cinta cuenta la historia de Alex, un joven violento cuyos únicas distracciones son la violación, la ultraviolencia y Beethoven. Las violentas imágenes de la película y una desgraciada serie de actos vandálicos (que imitaban a la película) hicieron que presionara a la distribuidora para retirar la película de los cines británicos. Las amenazas que recibió hicieron que se recluyese aun más en su mansión de Londres.

Y cuando todos esperaban un tour de force de su parte, sorprendió a todos, pero por su regreso al clasicismo. El monumental fracaso de Waterloo hizo que no pudiera realizar el proyecto que tenía en mente: una película sobre la vida de Napoleón. Pero todo el trabajo de preproducción que había hecho le decidió para hacer su nueva película, que sería Barry Lyndon. Historia de la ascensión y caída de un muchacho en la Europa del siglo XVIII. La crítica tildó la cinta de aburrida y demasiado clásica, pero fue una de sus películas más queridas, y en la que puso más empeño. Los interiores se rodaron exclusivamente con luz de velas, gracias a unas lentes especiales que compró a la NASA. La fotografía de cada escena es simplemente perfecta. Pero las críticas, el fracaso comercial y unas supuestas amenazas del IRA lo hundieron un poco.

A partir de la novela homónima del escritor estadounidense Stephen King, reescribió un guión junto a Diane Johnson, y el resultado fue El Resplandor, una película de terror realmente magistral.

Tras El Resplandor transcurrieron siete años hasta que aparezca su nueva película, Full Metal Jacket en 1987, que trataría nuevamente sobre la guerra, aunque esta vez el conflicto es Vietnam. Nuevamente, adivina que el futuro de Hollywood está en películas que analizarán, desde distintas perspectivas, la participación de EE.UU. en Vietnam. El rodaje fue un auténtico infierno, repetía cientos de veces la misma toma, y reescribía el guión sobre la marcha. Termina haciendo una película irregular, posiblemente su peor película, pero con algunos momentos brillantes e innovadores. Sin embargo, con esta película recupera el prestigio de director que le hace ganar dinero al estudio, pero sobre todo, se comienzan a publicar biografías y estudios sobre su cine, convirtiéndolo en un director de culto.

Tras esta película comenzó a barajar un par de proyectos. En primer lugar, Inteligencia Artificial, la historia de un niño robot abandonado por su madre. Siempre quiso adaptar el relato de Brian Aldiss, pero hasta que no vio Parque Jurásico, de su amigo Steven Spielberg, no supo que la tecnología necesaria para esa película estaba por fin al alcance. También estaba interesado en Aryan Papers, una película sobre dos refugiados judíos durante la persecución nazi. Sin embargo, de nuevo Spielberg se cruzó en su camino con La lista de Schindler. La semejanza con su propio proyecto le hizo desistir.

Finalmente realizó Ojos bien Cerrados en 1999, basada en la novela Traumnovelle, de Schnitzler, película que disecciona la sociedad actual a partir de la psicología de sus personajes, una pareja de neoyorquinos de clase alta que viven aparentemente una feliz vida en común, pero que en sus sueños y fantasías se muestran cómo son realmente. El pesimista final de la película, nada tradicional, como han dicho algunos críticos, rubrica el final de una dilatada carrera en el tiempo, aunque escasa en el número de películas.

Días más tarde de acabar de montar la película, Stanley Kubrick moría en su mansión de Londres de un ataque al corazón. En pocas ocasiones la muerte de un director de cine ha ocupado tantas portadas como lo hizo la de Kubrick. Su muerte supuso la desaparición del último de los grandes directores estadounidense.

Pero el legado que ha dejado es tan maravilloso que sólo el tiempo hará justicia con un genio. ¡Gracias Stanley!

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