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1106 • MOSCA DE LA FRUTA

 

Viernes, 10 de junio de 2005

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Cuando una mosca de la fruta alterada genéticamente fue arrojada al compartimiento de observación, persiguió a una hembra virgen que ahí esperaba. Con su pierna le dio unos gentiles golpecitos a la muchacha, le cantó una canción (usando las alas como instrumento) y, sólo entonces, se atrevió a lamerla: toda la pieza de seducción estándar de la mosca de la fruta.

Al parecer solo un gen, por sí mismo, crea patrones del comportamiento sexual en las moscas de la fruta. El científico que hacía la observación miraba con incredulidad la demostración, porque el pretendiente en este caso no era un varón, sino una hembra a la que los investigadores habían dotado artificialmente de solo un gen del tipo varón.

Un gen por sí mismo, parece suficiente para crear patrones de comportamiento sexual, una clase de gen sexual principal, que normalmente existe en dos variantes distintas: masculina y femenina. En una serie de experimentos, los investigadores encontraron que las hembras que recibieron la variante masculina del gen actuaban exactamente como machos en cortejo, persiguiendo denodadamente a las otras hembras. Los machos a los que les colocaron artificialmente la versión femenina del gen se volvieron más pasivos y dirigieron su atención sexual a otros machos.

- Hemos demostrado que un solo gen en la mosca de fruta es suficiente para determinar todos los aspectos de la orientación sexual y del comportamiento de las moscas - dijo el Dr. Barry Dickson, científico principal del Instituto de Biotecnología Molecular de la Academia Austríaca de Ciencias de Viena - es muy sorprendente; esto nos dice que también los comportamientos instintivos se pueden especificar por programas genéticos, tal como el desarrollo morfológico de un órgano o de una nariz.

Los resultados seguramente influirán en las discusiones acerca de si los genes, o el ambiente, determinan quiénes somos, cómo actuamos y especialmente, nuestra orientación sexual, aunque por ahora no está claro si hay un gen sexual principal parecido en los seres humanos.
- Los resultados son tan limpios y convincentes que todo el campo de las raíces genéticas del comportamiento avanza enormemente con este trabajo - dijo el Dr. Michael Weiss, presidente del Departamento de Bioquímica de la Universidad Occidental de la Reserva de Case - es de esperar que esto sacará la discusión sobre las preferencias sexuales del reino de la moralidad y la pondrá en el reino de la ciencia... nunca elegí ser heterosexual; simplemente sucedió. Pero los humanos son complicados. Con las moscas podemos ver de una manera simple y elegante cómo un gen puede influenciar y determinar el comportamiento.

Los hallazgos apoyan la evidencia científica acumulada durante la última década de que la orientación sexual puede estar programada naturalmente en los cerebros de hombres y mujeres. Igualmente cautivante, dicen los investigadores, es la posibilidad que un número de comportamientos (echarse atrás si hay sensación de amenaza, huir al asustarse o reír cuando se divierte) puedan haber sido también programados en los cerebros humanos, sean un producto de la herencia genética.
- Ésta es una primera y magnífica demostración que un solo gen puede servir como interruptor para comportamientos complejos - dijo el Dr. Gero Miesenboeck, profesor de Biología de la Célula de Yale.
- Nos hace pensar en cuánto de nuestros comportamientos, quizás especialmente los sexuales, tienen un componente genético fuerte - dijo el Dr. Dickson

Todos los investigadores advirtieron que estos comportamientos "cableados", fijados por genes principales, probablemente sean modificados por la experiencia. Dickson y su coautor, el Dr. Ebru Demir del Instituto de Biotecnología Molecular, eligieron investigar específicamente la base genética del comportamiento sexual de la mosca porque parecía muy fuerte e instintivo y, por lo tanto, predecible.

Los científicos sabían de años que el gen sexual principal, conocido como FRU, era central para el acoplamiento, coordinando una red de las neuronas implicadas en el ritual del cortejo de la mosca macho. El Dr. Bruce Baker de la Universidad de Stanford descubrió que el circuito de acoplamiento controlado por el gen implicaba 60 células nerviosas y que si los científicos dañaban o destruían cualquiera de éstas el animal no podía acoplarse correctamente. Tanto la mosca macho como la hembra, ambas tienen el mismo material genético, así como el esquema requerido del circuito de los nervios para el ritual de acoplamiento; y diversas partes de los genes cambian en los dos sexos.

Pero nadie soñaba con algo que simplemente activaba la porción masculina normalmente inactiva, en una mosca hembra que podía hacerle exhibir al completo, la elaborada panoplia de caricias estimulantes de una mosca macho.

ELISABETH ROSENTHAL
International Herald Tribune - 3 JUN 05
Colaboración E. Rosemberg